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Adviento – día 5: Firmeza en la fe

ADVIENTO DÍA 5

Construyendo Nuestra Vida Sobre la Roca Perpetua en Adviento

El Adviento, como tiempo de espera y preparación, nos invita a entrar en un proceso de reflexión y transformación que se orienta hacia la firmeza en la fe. En este quinto día de Adviento, las lecturas nos ofrecen una lección poderosa sobre lo que significa construir una vida sólida y confiada en Dios.

En el texto de Isaías 26, 1-6, encontramos la imagen de una ciudad que se erige sobre la «Roca perpetua», una referencia a Dios mismo. La firmeza que Isaías describe no es un simple concepto abstracto, sino una experiencia profunda de confianza y seguridad en el Señor. Esta ciudad, que está fundada en la lealtad y la justicia, es protegida por Dios, quien es la «Roca» que sostiene todo lo que en ella se construye. Este simbolismo nos recuerda que, en nuestra vida cristiana, la verdadera firmeza no depende de nuestros esfuerzos humanos, sino de nuestra alianza con Dios, el único que puede ofrecer una base inquebrantable.

El Evangelio de san Mateo (7,21.24-27) refuerza esta imagen de firmeza a través de la parábola de las dos casas. Jesús nos presenta dos tipos de cimientos: uno sólido, sobre la roca, y otro inestable, sobre la arena. La clave para que nuestra vida sea firme ante las adversidades es poner en práctica las enseñanzas de Cristo. No basta con escuchar la palabra de Dios, sino que debemos vivirla y experimentarla a través de nuestras acciones. Es en la práctica diaria de la fe, en la lucha contra los vientos y las tormentas que inevitablemente se presentan en la vida, donde descubrimos la solidez de nuestra relación con Dios.

La firmeza en la fe no se refiere a una vida sin dificultades, sino a la capacidad de mantenerse erguido en medio de las pruebas. Las amenazas que Jesús menciona, los vientos y las crecidas, representan esas crisis que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas. Sin embargo, el mensaje del Evangelio es claro: aquellos que han edificado su vida sobre la roca firme que es Cristo no caerán, pues su fundamento es inquebrantable.

Encontrar firmeza es, entonces, una cuestión de volver siempre a Dios, de reconocer que Él es la «Roca perpetua», el único refugio seguro. Como nos recuerda Isaías, volver a Dios es un acto lleno de júbilo, porque en Él encontramos estabilidad, paz y protección. En nuestra peregrinación por la vida, saber que Dios no cambia, que Su amor es eterno, es un consuelo y una fortaleza que nos sostiene.

Al celebrar la Eucaristía o al adorar al Señor en el sagrario, experimentamos la firmeza de su presencia. En esos momentos, sabemos que, sin importar las dificultades de la vida, Dios siempre estará con nosotros. Él nos despide al comenzar el día y nos espera al final de nuestra jornada, tanto en nuestra muerte como en nuestra vida. Esta certeza nos da la paz y la seguridad de que, mientras construimos nuestra vida sobre Él, nunca estaremos solos.

Por todo esto, el Adviento es un tiempo para reforzar nuestra confianza en la «Roca perpetua» que es Dios, quien nos invita a construir nuestra vida sobre cimientos sólidos, aquellos que solo se encuentran en Él. Que, en este tiempo de espera, podamos renovar nuestra fe y encontrar la firmeza que necesitamos para enfrentar los desafíos de la vida con esperanza y confianza.

 

Plegaria para hoy

Señor Dios, te damos gracias por ser nuestra «Roca perpetua», por ser la base firme sobre la que podemos edificar nuestras vidas.

Hoy, en este tiempo de Adviento, venimos a ti con corazones abiertos, deseosos de encontrar en tu amor la estabilidad y la paz que tanto necesitamos.

Fortalece nuestra fe, Señor, para que, a pesar de las tormentas y los vientos de la vida, sigamos firmes en ti, confiando siempre en tu voluntad y en Tu providencia.

Que nuestras vidas sean testigos de tu firmeza, y que, en todo momento, podamos poner en práctica tu palabra con acción, humildad y amor.

Te pedimos que nos ayudes a construir una vida sólida, fundada en la justicia, en la lealtad y en la esperanza que nos das.

Que, al igual que la ciudad que Isaías describe, seamos un pueblo fiel, confiado en Tu misericordia infinita.

Te pedimos, Señor, que tu presencia nos guíe siempre, y que, al final de nuestra jornada, podamos descansar en tu amor eterno.

Que, al igual que el buen pastor, nos despidas y nos aguantes,

fortalecidos por la certeza de que siempre estarás con nosotros,

en cada paso de nuestra peregrinación hacia ti.

Amén.

Marynela Florido S.

Equipo de redacción

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